¿VUELTAS A LA CABEZA?

Había dos cosas que me gustaban especialmente cuando iba al colegio. Las clases de “deporte”, educación física de ahora, y las excursiones, principalmente cuando eran al campo. Cercedilla, Bustarviejo o Navacerrada eran los destinos más comunes.

En las clases de deporte (así lo llamábamos nosotros y así se queda), tenía también mis preferencias. La primera era saltar al plinton o el potro. Yo era particularmente pequeñito en comparación con el resto de compañeros y sin embargo tenía un arma secreta: mi coordinación.

Siempre he tenido una gran facilidad para los deportes, se me han dado bien y las muestras de admiración de mis compañeros daban buena muestra de ello. Siempre recordaré ese zumbido de comentarios que surgían cada vez que me tocaba saltar. Yo creo que hasta había apuestas ilegales para saber si lo conseguiría o no.

Mejor no apostar contra mi.

La segunda actividad que disfrutaba especialmente eran las pruebas de atletismo. Había una en particular que consistía en dar varias vueltas al colegio. Allí pude ver y correr con el mejor corredor que yo he visto en mi vida. Estaba en mi clase y se llamaba Nacho.

Piernas largas y delgadas y una técnica perfecta hacían que verle correr fuera ya de por sí un espectáculo, o al menos así lo recuerdo yo unas décadas después.

Yo sabía que él era muy superior a mi así que mi objetivo era siempre intentar quedar lo más cerca posible de él. En la carrera más memorable que recuerdo, en la última vuelta al circuito todavía corríamos juntos. Mi corazón y mis músculos trabajaban a pleno rendimiento y veía la posibilidad de ganarle por primera vez.

Cuando quedaban apenas cien metros, mi amigo Nacho aceleró de una manera tan brutal que lo único que pude hacer fue disfrutar de su estilo alejándose cada vez más. En ese momento comprendí que yo nunca ganaría una carrera.

Con esa desilusión, que tampoco fue tanta porque mi crono también fue bastante espectacular, decidí que buscaría otros deportes en los que pudiera tener otra oportunidad.

Sin embargo, ese gusanillo se mantuvo activo durante muchos años después. Durante esos siguientes años empecé a coger la costumbre de salir a correr para estar en forma para mis otros deportes. Además, tuve la suerte de tener dos hermanos a los que también les gustaba salir a correr y con ellos, siendo yo el más pequeño, compartía caminos y rutas.

Pasaron 30 años en los que me dediqué en cuerpo y alma al fútbol (aficionado) hasta que llegó el día en que dejé de disfrutar de él.

Ese día, con 45 años, autónomo y padre de familia numerosa especial (dos chicos y dos chicas), después de una temporada llena de lesiones, decidí dejar para siempre el fútbol.

Sin embargo, sabía que no iba a poder estar parado, así que tenía que buscar algo que hacer y lo más fácil era recuperar mi afición juvenil de correr.

Me puse en contacto con un gran amigo que empezó a ayudarme con los entrenamientos y empecé a preparar mi primera prueba de 10 kilómetros.

55:20 fue mi marca en esa primera carrera.

A partir de ahí, mi historia no difiere en demasiado de la tuya que estas leyendo esto.

Quiero repetir, quiero bajar de 50.

Quiero repetir, quiero bajar de 45.

Quiero repetir, quiero bajar de 42.

Quiero repetir, quiero bajar de 40. Esta última no la he conseguido y, aunque no imposible, cada vez la veo más lejos.

Quiero probar una media maratón, quiero probar una maratón, quiero probar una maratón de montaña, quiero probar una ultra de 60 k, quiero probar una ultra de 100 k, quiero probar una Backyard Ultra y hasta ahí me ha dado tiempo a llegar.

Si quiero ser honesto con todos vosotros, creo que es es mi tope. Dos veces he sobrepasado esa distancia en una carrera: GTP 2022 y Backyard Ultra Los Molinos 2022.

Para llegar a eso hay que entrenar mucho.

En uno de esos entrenamientos subiendo el Cerro del Telégrafo cercano a casa por uno de sus múltiples caminos me crucé con un tipo alto con gafas y acento extremeño y decidimos que compartiríamos el mismo camino.

Este camino es el que quiero contaros a partir de ahora, el de vueltasalacabeza y más concretamente el de las dos personas que formamos esta…esta…esta…ponedle el nombre que queráis.

Uno es padre de dos, el otro de cuatro. Uno es conductor de autobuses, el otro autónomo (y descubriendo qué quiere ser de mayor). Uno es alto, el otro bajito. Uno es extrovertido y sociable, el otro más reflexivo y callado. Uno ama correr por la montaña, el otro también.

Uno supera las cuatro decenas, el otro las cinco. Uno se encarga de la compra, llevar a los niños al cole, lavadoras, lavavajillas, secadoras, extraexcolares, médicos y limpieza y el otro también, pero por dos. Los dos podríamos decir que inventan nuevas horas del día para poder sacar adelante entrenos y todo el trabajo que da vueltasalacabeza o mejor dicho, vueltasalascabezas, que somos dos cabezas pensantes (o al menos lo intentamos).

Cada semana os iremos contando un poco de nuestras ajetreadas vidas privadas, un bastante de nuestras apretadas vidas deportivas y un mucho de nuestras intensas vidas de organizadores de carreras.

Como podréis comprobar nuestras vidas son bastante caóticas y de la misma manera serán nuestros contenidos. No voy a seguir ninguna planificación, estrategia o meta. Cuando pueda, cuando tenga tiempo, cuando tenga algo que contar, lo haré porque me gusta escribir, correr y compartir.

Como no queremos estar dando el coñazo con nuestras historias a la gente más interesada en datos técnicos, ácidos lácticos, VO2 Max, farleks, taperings y demás nomenclaturas, creemos que el mejor medio es el correo electrónico.

Así que, si te gusta cómo preparamos las carreras y cómo os contamos las cosas, puedes seguir conociendo nuestra historia a través de nuestra Ñusletter y entenderás el porqué del nombre. Solo si nos dejas tu correo.

Una vuelta más…

 

Ya estamos preparando la tercera edición de esta increíble carrera e iremos subiendo la información a medida que vayamos teniendo novedades de la edición de 2024